Me gustaría retomar este 2017 (ya iba siendo hora) con un recurso que os puede resultar muy útil a la hora de no perderos por la escabrosa estructura pasional de los personajes de vuestras novelas.
La pirámide de conducta
Ciertamente, no sé si se usa habitualmente este recurso o no, y si es un término acuñado por alguien. Yo lo uso por mi cuenta y riesgo y aquí os expongo de qué se trata y cómo funciona.
Seguramente, estés familiarizado con otro término mucho más popular: la ficha de personaje. Si no lo estás, sigue leyendo, que esto te interesa. A la hora de abordar una novela, una de las primeras cosas que deberías hacer, es una ficha de cada personaje que va a aparecer en la novela, al menos, de los protagonistas y, poco a poco, de los secundarios más importantes.
En la ficha describiremos cómo son: si son rubios o morenos, altos o bajos, cómo suelen vestir, qué edad tienen, si están casados, qué les gusta, qué les motiva, etc. En definitiva, todo lo que se nos ocurra y que sirva para dibujarlos. Cuanto más claro lo tengas y más amplia sea esa ficha, más profundos serán después tus personajes. Tienes que acostumbrarte a cohabitar con tus personajes dentro de tu cabeza.
La ficha es como un punto de partida, la esencia de nuestros personajes, pero a medida que crecen en la historia, nuestros protagonistas se van metiendo en problemas, les van pasando cosas que les hacen cambiar. Eso englobaría su arco argumental y el desarrollo propio del personaje.
Cuando tienes pocos personajes puedes echar mano únicamente de la ficha porque se suelen tener las cosas claras (a priori), pero ¿qué pasa cuando hay muchos personajes en la novela?
La novela coral
Cuando has optado por una novela con varios protagonistas, en la que todos tienen el mismo peso en la historia, es complicado manejar las emociones de cada uno. Cada personaje va teniendo sus propias motivaciones, en cada escena estarán de un humor u otro y querrán alcanzar unos objetivos que irán cambiando a medida que avancemos. En definitiva: son como tú en el día a día. No todos los días estás del mismo humor ni te apetece hacer las mismas cosas. Incluso tus sueños a futuro seguro que también han cambiado a lo largo de los años.
Para no perderte en esa vorágine de sentimientos y evitar incoherencias con la manera de pensar de tus personajes surge la pirámide de conducta. No hay cosa que más rabia de en una película o en un libro que el protagonista no se comporte como se supone que debería de hacerlo.
La pirámide de conducta se trata simple y llanamente de anotar, en una especie de pirámide, o columna, o pila, o listado (como quieras llamarlo) las cosas más relevantes qué le ha ido pasando a tu personaje y cómo le han afectado. En la cúspide de esa pirámide encontraremos lo último que le ha sucedido y, por tanto, lo que le motiva, preocupa o por lo que está luchando en ese momento.
De esa manera, cuando vas saltando de una escena a otra y tienes que describir la relación, por ejemplo, entre tu personaje Paco y Laura, bastará con revisar el último peldaño y analizarlo.
– «Ah, ok, Paco estaba cabreado con Luis así que Laura no puede encontrarlo alegre y contento».
Esto que parece una perogrullada no lo es. Imagínate que la última escena que escribiste de Paco fue hace un par de semanas y que, entre medias, has escrito 50 páginas sobre otros personajes. A parte del engorro que resulta echar para atrás para saber en qué punto te quedaste con Paco puede que no encuentres tan fácil lo que motivo su cambio de actitud, por eso puede resultar muy útil este tipo de herramientas.
Basta con anotar algo como esto:
Paco está molesto con Luis porque se burló de la camisa que llevaba en la reunión.
Por tanto, una pirámide tipo, donde se van acumulando las vivencias de Paco, podría ser la siguiente:
Está molesto con Luis después de burlarse de su camisa
En el paseo de vuelta a casa, empieza a sentir algo por Laura
El día del partido de padel se da cuenta de que lo suyo es enseñar
Comienza un trabajo nuevo con optimismo
Como ves, hay sentencias de todo tipo y que llevarán a desarrollar más unas tramas que otras. Quizá, lo último que le ha pasado a Paco, el estar molesto por un comentario despectivo de su camisa, no sea igual de relevante que enamorarse de Laura, pero ahí está. Todo cuenta. Simplemente, significará que el peso que le demos a un arco argumental y a otro será distinto. Ya depende de cada uno cómo desarrollarlo.
Lo que sí debe quedar claro es que, por lo general:
Todo lo que anotemos en la pirámide de conducta tiene que quedar resuelto
Quizá con el ejemplo de Paco y Luis baste con que el primero le reprenda en algún momento por aquella burla, o puede que vaya a mayores y aquello acabe en una desgracia que empezó a fraguarse con un simple insulto. Depende de tu historia, pero en algún momento tendrás que enfrentarte a eso. Como los cambios de actitud incoherentes de los personajes, dejar cabos sueltos en el relato es igual de molesto para los lectores.
Y ahora, ¡a escribir!
Categorías:Opinión