Tengo guardado en la memoria un reportaje, que a colación de mi novela Off, veo bastante apropiado rescatar. En él, si mal no recuerdo, hacían la siguiente pregunta a los incautos que se prestaban al interrogatorio:
- Nombra 5 marcas de telefonía
Todos los encuestados, sin excepción, corrían ávidos a responder, satisfechos por tan fácil pregunta. Los más avezados, incluso, animados con la tabla del 5 y sin perder la sonrisa, continuaban nombrando 6, 7 y más marcas.
Hasta aquí, todo normal. Es lógico que la gente sepa eso. Podríamos cambiar la pregunta por muchas otras parecidas: 5 marcas de ropa, 5 de bebidas, 5 de automóviles y un largo etcétera.
Todos continuarían sonrientes, respondiendo sin dudar. Pero ¿y si cambiamos de tercio? Aquí es donde el reportaje tomaba interés. La siguiente pregunta, siendo igual de inocente que las primeras, sin embargo incidía en la cuestión principal:
- Nombra 5 tipos de aves de tu entorno
¡Ostras! Se acabó la fiesta. ¡Mayyday, mayday, mayday!.
La sonrisa se desdibujo con una goma Milan de tamaño extra grande. ¿Alguno se ve capaz? Es más, quitemos lo del entorno, ¿alguno sería capaz de nombrar 5 tipos de aves sin más? Venga, con rapidez, vamos, vamos, ¡que las aves vuelen solas! Tic, tac, tic, tac…
Es difícil, ¿verdad? No salen 5 ni a tiros. No pasa nada, no eres raro, eres normal. No te sientas mal. Por cierto, para los que lo habéis acertado y ahora estáis pensando que menuda estupidez, cambiad aves por coníferas, plantas o peces… Lo que queráis. Igual alguno sigue acertando (mi más sincera enhorabuena) pero la mayoría, me temo, fracasaríamos estrepitosamente en esa labor.
La cuestión parece clara. Estamos tan mediatizados por todo, recibimos tanta información 2.0, que somo completamente incapaces de atender la información 0.0, la básica, la sin alcohol, la natural que nos ha mantenido con vida durante miles y miles de años de existencia. Lo triste es que ya no hace falta, hemos cambiado esa valiosa información de nuestro entorno por algo vacío, insustancial y sin sentido. Copamos nuestras neuronas con publicidad de lo más variada, que en caso de necesidad extrema, no nos serviría absolutamente para nada.
«Colon lava más blanco». Cojonudo, pero ¿cómo se enciende un fuego sin mechero ni cerillas?
«Yo no soy tonto». Pues tío, como pretendas comerte esa seta roja y blanca, no solo lo vas a parecer, sino que te vas al hoyo fijo.
—Pero, hombre, necesidad extrema… Lo que se dice necesidad… Como que es un tanto forzado el asunto, ¿no? —diría alguno.
—Pues sí, claro —le respondería yo—. Puede que a nosotros, que vivimos apaciblemente en una ciudad «civilizada», no nos haga falta saber que por los cielos vuelan golondrinas, aviones (el ave, no la extravagante máquina de transporte), gorriones, halcones y hasta autillos, el simpático búho chiquitín que ulula por las noches como si de un radar se tratara.
Puede que las aves no sean importante, o puede que sí. Todo depende, claro está. Off no es una guía de aves, evidentemente. Off es una novela que trata sobre las cuestiones básicas que he enunciado aquí. Sobre la vida misma y lo que nos hemos distanciado de ella. Sobre cinco personajes como tú, con sus vidas, y que, en un momento dado, tendrán que enfrentarse a situaciones completamente adversas. Situaciones que a lo largo de la historia de la humanidad eran normales, pero que ahora parecen olvidadas. ¿Ciencia ficción? El tiempo, desgraciadamente, lo dirá…
Categorías:Opinión